¿Cómo afrontar la llegada de un hermanito?

La llegada de un nuevo bebé a la familia es una bendición… pero también un terremoto emocional. Especialmente para el hijo o hija mayor, que hasta ahora ha tenido toda la atención, todo el espacio y todo el amor solo para él o ella. ¿Cómo ayudarlos a vivir esta etapa con amor, sin celos ni miedos? ¿Cómo prepararnos como padres para acompañar esta transición con conciencia y empatía?


1. Un amor que se construye, no que nace de inmediato

El amor entre hermanos es uno de los lazos más poderosos que existen. Pero no siempre surge en el primer segundo. A veces viene con dudas, celos o incomodidades. Es importante entender que los hermanos no nacen amándose: se van descubriendo, compartiendo, chocando y conectando a lo largo del tiempo. Ese vínculo se cultiva con vivencias, respeto y presencia.


2. Reacciones naturales del hermano mayor

No todos los niños reaccionan igual ante la noticia (y la realidad) de un nuevo hermanito o hermanita. Algunas posibles respuestas incluyen:

  • Celos o regresión (volver a usar pañales, hablar como bebé, querer dormir con los papás).

  • Cambios de humor, berrinches o mayor demanda de atención.

  • Desinterés o aparente indiferencia ante el bebé.

  • Miedos nuevos, inseguridades o necesidad de reafirmar su lugar.

Estas reacciones no son “malcriadeces”, son expresiones emocionales legítimas. El niño está reorganizando su mundo interno para incluir a alguien más en su universo.


3. ¿Y los papás? También vivimos un duelo

La llegada de un nuevo hijo trae mucha felicidad, pero también implica ajustar dinámicas, tiempos, energías… y culpas. Sentir que “le quitamos algo” al primer hijo es común. Pero no se trata de restar, sino de multiplicar el amor. La clave es no olvidar que el hijo mayor también necesita atención, conexión y espacios exclusivos con mamá y papá.


4. Consejos prácticos para acompañar la transición

  • Inclúyelo desde el embarazo: muéstrale ecografías, deja que le hable al bebé, involúcralo en decisiones (elegir un peluche, la ropita, etc.).

  • Valida sus emociones: no le digas “no seas celoso”, mejor dile “es normal sentirse raro cuando todo cambia, estoy contigo”.

  • Crea espacios solo para él/ella: tiempos de juego, abrazos, salidas o rutinas donde se sienta único y especial.

  • Dale un rol real, no solo simbólico: “¿Me ayudas a pasarle el pañal al bebé?”, “¿Quieres cantarle una canción?” (sin obligar, solo invitar).

  • Evita comparaciones: frases como “tu hermanito duerme mejor que tú” solo crean distancia y resentimiento.


5. Lo que estás sembrando hoy, florecerá mañana

Aunque al principio pueda haber fricciones, discusiones o momentos difíciles, criar hermanos con conciencia emocional es sembrar una alianza para toda la vida. Son esos compañeros que, con el tiempo, se protegen, se entienden, se cuidan y se acompañan cuando mamá y papá ya no estén.

No es un proceso perfecto. Habrá enojos, gritos, tal vez empujones. Pero también risas, aventuras, secretos, abrazos y memorias compartidas que no se borran nunca.


Conclusión: Criar hermanos es criar vínculos

Afrontar la llegada de un hermanito no es solo cuestión de logística o pañales, es una oportunidad para enseñar amor, paciencia, empatía y conexión. Es formar seres humanos que sepan compartir, cooperar y convivir con otros desde el corazón. En vez de exigir que se quieran “porque son hermanos”, acompañemos el proceso para que quieran ser hermanos por elección, por vínculo, por vida.

Agrega tu correo a la lista de difusión para recibir las últimas novedades.

Gracias